El Eterno Niño
Es el Eterno Niño, es el dios que faltabaEs lo humano natural,es lo divino que sonríe y juega.Y por eso yo sé con toda certezaQue él es el Niño Jesús verdadero.
Celestino, anoche encontré el cuerpo
de un grillo, ya no se movía, no dormía, estaba muerto. En mi casa, los grillos
ya no cantan, tan sólo vienen y se mueren debajo de los libreros y a veces los
gatos se los comen. ¿Dónde estás, Celestino?, no ves que le tengo miedo a los
fantasmas. Los grillos y lagartijas se mueren debajo de los libreros. Y
Celestino que no aparece. Si no llegas, me iré durmiendo hasta despertar en el
paraíso. La voz del niñito Celestino no es un canto, incluso a ratos es
intraducible y, sin embargo, cuando estoy quedándome dormido, me habla muy
bajito y su voz es un rezo y un canto y yo le creo. No te vas a morir –me dice
Celestino— ni apretando los ojos bien fuerte, ni comiéndote todos los grillos
moribundos de los libreros. La voz de Celestino parte en dos el miedo a los fantasmas
y a la muerte. No hay un paraíso, ni los ángeles del cielo resguardarán tu
entrada al mundo eterno, dice Celestino mostrándome sus dientes. Y el miedo a
morir, se disipa, y la idea del paraíso me parece tan inocente y, por tanto, tan
tonta. Celestino atrapa un grillo en la penumbra y sopla en el hueco de su
mano. Sopla. Sopla. Sopla y el canto del grillo resuena en el hueco de su mano.
¿Eres un niño divino, Celestino? Y el grillo canta tan fuerte que despierta a
los gatos y antes de que amanezca, cientos de grillos cantan sobre mi cama.
Eres el niñito dios, Celestino. Abro mis ojos. Ni los grillos, ni los gatos
yacen sobre mi cama, ¿dónde están? En su lugar, sobre mi cama, aparece carta
escrita con una caligrafía temblorosa:
No hay un dios,
ni un cielo, ni un niño divino que despierta a los grillos, es un sueño vívido
y tú sueñas despierto que estoy contigo y juntos cantamos como los grillos, los
jilgueros, los sapos y los niños. Cantamos ¡Aleluya! ¡Aleluya a los grillos que
cantan cuando todos están dormidos! ¡Aleluya
a los niños que luchan contra los fantasma! ¡Aleluya tú que estás vivo y yo que
soy un niño, un sueño, Santo Celestino!
El Eterno Niño.
Precioso cuento, Julio, empiezo a reconocer tu voz y la intención de tu narrativa poética. Con elementos oníricos y surrealistas, juegas con la inocencia y te adentras en el espíritu para trasmitir amor, eternidad y fascinación por la vida.
ResponderBorrarMuchas gracias por tus palabras, estaré subiendo más textos y poesía. Abrazo.
BorrarMe gusto mucho!!! En el inconsciente viven los miedos infantiles y Celestino!
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