miércoles, 15 de mayo de 2019




“TheLibrook, un espacio para los amantes de los libros”
Hoy presentamos:
El cuadro de Dorian Gray, Oscar Wilde
Editorial: Catedra
8º libro del año 


“La gente ordinaria esperaba a que la vida le desvelase sus secretos, pero, para unos pocos, para los elegidos, la vida revelaba sus misterios antes de apartar el velo. Esto era a veces consecuencia del arte, y sobre todo del arte de la literatura, que se ocupa de manera inmediata de las pasiones y de la inteligencia”.

Oscar Wilde


¿Te gusta leer? ¿Qué estás leyendo? ¿Por qué te gusta ese libro?

Llevo cerca de diecisiete años leyendo de manera casi ininterrumpida, pero en un principio no fue así, aunque crecí rodeado de libros (mis padres era lectores, sobre todo mi madre). En casa nunca se fomentó el hábito de la lectura, y en realidad los libros eran para mí artilugios anticuados de los adultos, piezas que les daban cierta credibilidad como autoridades domésticas. En resumen: los libros me aburrían y no quería nada con ellos. Recuerdo mi primer contacto con los libros: en cierta ocasión, mientras hojeaba un libro proveniente de uno de los estantes empotrados en la sala de mi casa, mi padre me observaba sin decirme nada, aunque con una mirada inquisitiva. Tomé un libro de portada vieja, lleno de polvo, me senté en un sillón continuo y comencé a pasar las páginas muy rápido. Entonces mi padre se levantó de inmediato, caminó hacia mí y, tomando el libro, me increpó: “¡Esto no es para jugar!”, y devolvió el ejemplar a su lugar. Desde ese día me prometí nada de libros.

Cuando mi padre murió, sus libros y todas sus cosas permanecieron resguardadas en las habitaciones de la casa, y aisladas como un doloroso recuerdo; nadie movió un solo libro en años. Años después, ya entrado en los diecisiete, sentí una inusual comezón por escribir, quizá motivado por mi necesidad de expresar algo muy fuerte en mi interior, además de contar con una imaginación desbordada. Ya sin mi padre, dos amigos suyos tomaron la batuta de mi educación, ambos era grandes lectores.

Fue gracias a Guillem Olivier, amigo de papá, que descubrí el mundo de los libros. Bastó un empujón, un hacer las paces con esos artilugios arcaicos y anticuados que eran para mí los libros. Llevo años diciendo lo siguiente: los libros me salvaron la vida. Sé que la frase parece pretensiosa (y lo es, sin duda); sin embargo, tomando en cuenta mi nula capacidad para otros menesteres prácticos (como la ciencia o los oficios), no sé qué hubiera pasado en mi vida sin los libros y el arte.

Sin duda la influencia de los clásicos fue preponderante en mi elección de lecturas; mis primeros libros fueron autores rusos de principio de siglo xix, poetas malditos, escritores cuyas obras retumbaban en mi ser, a pesar de comprenderlas muy poco. Creo que fue a los veintitrés cuando leí por primera vez De profundis de Oscar Wilde, y  me conmovió hasta las lágrimas. El libro (en realidad era una larga carta) era una confesión abierta sobre el sentir de un hombre consumado por el dolor y la desesperación, y era también la confesión sin tapujos de un artista. Ese día el nombre de Wilde se quedó guardado en mi memoria.


“Todos llevamos dentro el cielo y el infierno”
Wilde
El retrato de Dorian Gray

Esta novela habla es sobre el arte y el artista; sobre los placeres y las exaltaciones; sobre la aristocracia y el despiadado rencor. Es una historia oscura sobre el hedonismo y el arte, sobre el papel del artista en una sociedad que lo señala, lo exhibe, lo humilla, pero también lo exalta y convierte en ídolo, a quien parece justificársele todo.
           
“—Adoro los placeres sencillos —dijo lord Henry—. Son el último refugio de las almas complicadas.”

Dorian es un joven, hermoso y aristócrata, un ángel aparentemente inofensivo, capaz de provocar una admiración compulsiva y enferma que, poco a poco, se convierte en repulsión; es un rey Midas que del mismo modo que hace brillar a alguien, lo apaga por completo. Quizá su tema principal sea el narcicismo, ese amor propio del hombre llevado hasta la exaltación más grosera: el hombre como objeto de adoración. Dorian representa un semidios a quien la gente admira e idolatra. En ese sentido, la novela reflexiona sobre el papel del artista más que en su propia producción personal. ¿Es más importante su quehacer artístico o su vida personal? Esta obra invita a reflexionar al respecto y sobre otros temas.

Ahora, mientras miraba fijamente la imagen de su belleza, con una claridad fulgurante captó toda la verdad. Sí, en un día no muy lejano su rostro se arrugaría y marchitaría, sus ojos perderían color y brillo, la armonía de su figura se quebraría. Desaparecería el rojo escarlata de sus labios y el oro de sus cabellos. La vida que había de formarle al alma le deformaría el cuerpo. Se convertiría en un ser horrible, odioso, grotesco. Al pensar en ello, un dolor muy agudo lo atravesó como un cuchillo, e hizo que se estremecieran todas las fibras de su ser.


A lo largo de la trama, los personajes que se cruzan en la vida de Gray perecen a su encanto, como si la sola presencia y contemplación de éste provocara una fuente de emociones y reflexionan diversas sobre la vida, el arte, el amor y la efímera existencia. Sin duda, Oscar Wilde supo retratar a la perfección la vanidad, la enajenación, el arte, el rencor. Finalmente en 1895, Inglaterra se escandalizó cuando salió a la luz su romance con un menor de edad, Lord Alfred Douglas, poco después el padre de éste lo acosó y lo llevó a juicio, donde fue condenado a trabajos forzados por dos años, se le retiraron sus derechos como padre y su mujer e hijo tuvieron que cambiarse el apellido. Durante los juicios en su contra, se leyeron extractos de este libro.

Oscar Wilde murió el 30 de noviembre de 1900, en París a la edad de cuarenta y seis años de una infección en el oído. Su última declaración fue un tanto cómica: “Estoy muriendo por encima de mis posibilidades”.

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