jueves, 28 de marzo de 2019

“TheLibrook, un espacio para los amantes de los libros” Hoy presentamos: Las vírgenes suicidas de Jeffrey Eugenides.


“TheLibrook, un espacio para los amantes de los libros”
Hoy presentamos: Las vírgenes suicidas de Jeffrey Eugenides.

4º libro del año 


Prohibido suicidarse después leerla


Sinopsis:
En menos de un año y medio, las cinco hermanas Lisbon, adolescentes entre trece y diecisiete años, se suicidaron. 

Los jovencitos del barrio habían estado siempre fascinados por esas inalcanzables jóvenes en flor, y veinte años después, aquellos chicos ya en la frontera de la mediana edad, intentan desentrañar el enigma de aquellas lolitas muertas que siguen fascinándolos.

Opinión:
Vaya que me costó escribir esta opinión y más que hablarte de la novela en función de su estilo y argumento, deseo compartirte esta opinión que quizá te acerca o no al libro. De entrada, Jeffrey Eugenides es uno de mis autores favoritos, he leído toda su obra, en realidad tiene poca producción, es uno de esos autores que se piensa mucho su oficio y se lo toma muy enserio, quizá su mejor novela para mi sea Middlesex, ya la he recomendado un montón de veces y quizá un día me la leo de nuevo, pero no es sobre esta obra titánica que quiero platicarles, sino de su primera novela.

Tal parece que la historia está basada en un hecho real, de ser así ¡qué pesadilla! Creo que hay varias cosas que se me escapan del libro, es la primera vez que leo algo tan descorazonado, real y al mismo tiempo desesperanzador; en todo momento, aun sabiendo el fatídico final, esperas una especie de redención, una oportunidad, algo que nos deje tranquilos sobre la decisión fatídica de estas chicas.

Si bien son cinco las protagonistas, la historia se centra prácticamente en Cecilia, la menor, y Lux la más rebelde de las hermanas. La novela es llevada a través del ojo espectador de los chicos del colegio, de modo que la voz del narrador es un “nosotros”, y a veces también se estaciona en un solo individuo. En todo caso, los chicos y las hermanas son las voces más fuertes dentro de la narración, éstos ven a las hermanas como una especie de diosas ocultas que poco a poco se van marchitando irremediablemente. En este sentido, la perspectiva de ese narrador en tercera persona del plural que se desliza y le da voz a muchas voces, no nos permite del todo penetrar en lo profundo de la psique de cada personaje, de modo que la novela propone más preguntas que respuestas.

Soy un lector del metro, he leído mucho de mis libros mientras viajo en el subterráneo. No obstante, creo que esta novela debí leerla en otro espacio, a lo mejor en un parque, un kiosco, vaya en un lugar calmado, ajeno al devenir. Me hubiera gustado sin duda, te lo recomiendo. Algo que ocasiona su lectura es sentirse que uno es un testigo distante de los hechos, alguien que presencia todo de primera mano sin realmente poder tocar a las chicas.

El final es simplemente demoledor, aun sabiendo que las chicas se suicidarán, presenciar sus muertes deja la piel chinita, además de hacernos sentir, que de algún modo ese fatídico momento nos acercó más ellas, es decir junto con los chicos, logramos finalmente ver, oír y estar cerca de las chicas. No sé, recomiendo la novela sí, bastante, pero no como otros libros que lees y disfrutas de otra manera. Sin duda es una novela con una fuerte crítica a las convenciones sociales, la religión, la sociedad, y quizá también al amor, lo que significa crecer, la soledad, el aislamiento, la juventud, el desasosiego, la muerte.


Citas
“Cecilia había emanado un virus que, transportado a través del aire, había penetrado en sus hermanas, que precisamente habían acudido a salvarla. A nadie le preocupaba cómo había contraído Cecilia el virus. La transmisión devino explicación. Las otras chicas, seguras en sus habitaciones, habían olido algo extraño en el aire, pero lo habían pasado por alto. Por debajo de sus puertas habían raptado negros zarcillos de humo, elevándose por detrás de sus afanosas espaldas para adoptar las formas malignas que en las tiras cómicas adhiere humo o la sombra: un asesino con un sombrero negro empuñando una daga, un yunque a punto de desplomarse. El suicidio contagioso lo materializó.
Pág. 148


Lo más probable es que Bonnie muriese mientras estábamos en la sala soñando con autopistas. Mary metió la cabeza en el horno poco después, al oír que Bunny pegaba un puntapié a la maleta a la que se había subido. Estaban dispuestas a ayudarse mutuamente en caso de necesidad. Es probable que Mary todavía respirase cuando pasamos por su lado camino del sótano y que, como comprobamos más tarde, estuviésemos a menos de medio metro de ella en plena oscuridad. Theres, atiborrada de píldoras para dormir que se tragó con ayuda de Ginebra, seguramente ya estaba muerta cuando nos metimos en la casa. Lux fue la última en marcharse, veinte o treinta minutos después de que nos fuéramos nosotros. Cuando huimos corriendo, gritando sin proferir sonido alguno, olvidamos detenernos en el garaje, de dónde aún salía música. La encontramos en el asiento de delante, el rostro gris y sereno, sosteniendo un mechero que le había quemado unos círculos en la palma de la mano. Había huido en el coche tal como habíamos planeado. Si nos había desabrochado el cinturón sólo había sido para entretenernos, para que ella y sus hermanas pudieran morir en paz.
Pág. 200

“Las hermanas Lisbon quisieron hacerse cargo de decisiones que conviene dejar en manos de Dios. Se convirtieron en criaturas demasiado poderosas para vivir con nosotros, demasiado ególatras, demasiado visionarias, demasiado ciegas. Lo que persistía detrás de ellas no era la vida, que supera siempre a la muerte natural, sino la lista más trivial de hechos mundanos que puedan imaginarse: el tictac de un reloj de pared, la sombra de una habitación a mediodía y la atrocidad de un ser humano que sólo piensa en sí mismo. Su cerebro se hizo opaco a todo y sólo fulguró en puntos precisos de dolor, daños personales, sueños perdidos. Todos amábamos a alguna, pero iban empequeñeciéndose en un inmenso témpano de hielo, que se encogía hasta convertirse en un punto negro y agitaba unos brazos diminutos sin  que oyéramos su voz. Después ya fue la cuerda alrededor de la viga, la píldora somnífera en la palma de la mano con una larga línea de la vida, la ventana abierta de par en par, el horno de gas, lo que fuera. Nos hacían participes de su locura, porque no podíamos hacer otra cosa que seguir sus pasos, repensar sus pensamientos, comprobar que ninguno confluía en nosotros. No nos cabía en la cabeza que el vacío que podía sentir un ser capaz de cegarse las venas de las muñecas, aquel vacío y aquella calma tan grandes….A fin de cuentas, da igual la edad que tuviesen, el que fueran tan jóvenes, lo único que importaba era que las habíamos amado y que no nos habían oído cuando las llamábamos, que seguían sin oírnos ahora, aquí arriba, en la casa del árbol, con nuestro escaso cabello y nuestra barriga, llamándolas para que salgan de aquellas habitaciones donde se habían quedado solas para siempre, solas en su suicidio, más profundo que la muerte, y en las que ya nunca encontraremos las piezas que podrían servir para volver a unirlas”.

domingo, 24 de marzo de 2019

Hoy presentamos: “Una mujer desnuda”, Lola Beccaria


“TheLibrook, un espacio para los amantes de los libros”
Hoy presentamos: “Una mujer desnuda”, Lola Beccaria

3º libro del año 
 La desnudez da miedo. A mí me lo da.

Hay libros demoledores como apretadas tuercas que necesitan salir a base de fuerza (para nada estoy diciendo que para esta novela se necesite fuerza lectora por su complejidad, pero sí por su historia) porque su creador apretó la trama hasta romper los huesos de la creación. Desde la primera página me atrapó y así hasta terminarla, es una novela volátil, vertiginosa, con una historia a ratos desoladora con tintes filosóficos pero sobretodo un profundo e íntimo relato, sin tapujos, sobre la necesidad urgente de los afectos, la necesidad del otro, de sentirse amado y necesitado.

«Tiene, como toda creación literaria que se precie, la suma de distintos recursos y diferentes lecturas derivadas de su inteligente composición y su valiente propósito. Pero alberga, sobre todo, el testimonio veraz -al amparo de un lenguaje poético que no escatima ni el tono real y realista ni los pertinentes detalles- de una mujer que desnuda su soledad y su desamparo, desnuda sus heridas más íntimas cuando la distancia lo permite y las circunstancias (quizá lo menos logrado) le obligan.

Ella es Marina Iranco recordando su historia de niña, hija única, educada “como un trofeo que se exhibe por sus logros”, exiliada del horizonte de afectos que debe construir la infancia. Estas páginas, avisa, son “un catálogo de desnudeces unidas por el hilo de una historia invisible” que habla de barreras afectivas en la niñez, de pérdidas irreparables, de prejuicios y daños inútiles; de la sexualidad infantil y sus consecuencias en el desarrollo de las relaciones afectivas. Marina Iranco: abogada, de casi 40 años, escondida detrás de la imagen que ella inventó de sí misma, de mujer dura y competitiva, excluida del territorio del amor, y amparada en la utilización del sexo como herramienta de poder frente a los hombres. Tiene prisa por ordenar y recomponer el caso que le ocupa; tiene solo una noche por delante y una moral social dispuesta a juzgar su vida exagerada, su historia de amor, y el mapa de transgresiones con que distrajo la ausencia. Siente el deber de justificarse y tiene miedo: “ahora mismo -dice- quiero echarme atrás, pero si el resultado es el silencio yo escojo las palabras”. Alguien, otro personaje, de otro autor, escribió que “una de las trampas de la infancia es que no hace falta comprender algo para sentirlo. Para cuando la razón es capaz de entender lo sucedido, las herida en el corazón ya son demasiado profundas”. No son las palabras de Marina pero son un preámbulo perfecto para su historia. Escúchenla, sin prisa y con respeto. Lo merece su desnudo».

Citas:
“No estamos mal follados solo para abajo, estamos mal follados de cuerpo entero, porque el deseo humano no es solo sexual, y el deseo no sexual que no se satisface puede producir la misma cara agria que la falta de un buen polvo. En ese sentido nos hace falta un buen meneo a todos, no hay duda”.
P. 12

“La desnudez da miedo. A mí me lo da. Ahora mismo, cuando creía estar preparada para desprenderme del ropaje que me impide mostrarme como soy, tiemblo y quiero echarme para atrás”.
Pág. 14

“Lo que ocurre con los actos que se reprimen es que, tarde o temprano, salen de golpe cuando menos lo esperamos. Y salen de la peor manera, aumentados, desaforados, para luego hacernos sentir la más terrible de las vergüenzas, lo mismo que cuando aguantamos las ganas de hacer pis durante largo tiempo, finalmente la meada que expulsamos es una catarata inagotable, y a veces se nos escapa a mitad de la calle, ante los ojos de los viandantes”.
Pág. 19  

Y toda la energía que emanaba del pene de Demián se me impregnaba en el cuerpo y pasaba adentro absorbida por mi piel, inhalada por mis poros, hecha jugo de carne masculina para condimentar mis arterias. Era una sensación desconocida e imperiosa, de ser tomada y a la vez integrada, de ser inválida y a la vez complementada. Aunque con la presciencia…”
Pág. 74

“Aprendí que la vida con los demás era un toque efímero, y que cuanto más intensidad consiguiera sacarle a esos esporádicos y brevísimos chispazos de intimidad, más sentiría que tenía razón de estar viva”
Pág. 81

“La felicidad es un dilema entre dos mundos. Uno exterior, donde buscamos la aprobación de los demás, y otro interior, donde se cuecen los instintos, donde late el deseo auténtico”
Pág. 82

“Y si el amor no era para mí, porque nadie me enseñó a ganármelo, porque nadie me enseñó a pedirlo o a merecerlo, porque sólo me fue regalado en un instante para luego evaporarse como había venido, si el amor no era para mí, me quedaba el sexo. A través del sexo conseguía al menos el acercamiento a otros cuerpos; ese momento de intimidad que proporciona el contacto erótico era para mí lo más parecido a poseer a alguien afectivamente, aunque sólo fuera por unos minutos o hasta por unas horas. Lo que tiene de mágico el sexo es que cuando se practica hay una posición recíproca. Y por más que el otro tenga novia, o amante, o esposa e hijos, allí no está ni su recuerdo cuando uno se entrega a las caricias del presente”.

Pág. 83

“El sexo es un rapto de locura que durante su disfrute aleja de la realidad cotidiana, borra momentáneamente del cerebro los datos familiares y olvida a los seres queridos. Todo lo que uno es, excepto el deseo carnal, queda suspendido, como un saco de nubes por encima del cuerpo, mientras se folla. Y entonces el otro cuerpo es la única frontera a traspasar, la única región a explorar durante el acto. El punto álgido del orgasmo provoca por unas décimas de segundo la desconexión total de la mente. Nada existe durante el clímax, tan solo la subida brutal del placer, y ese placer pertenece a quién lo da, no a la novia o a la esposa, sino la prostituta que realiza el servicio, o al amante de turno, o en mi caso, a mí misma”.
Pág. 84

“Lo que Demián me hizo comprender aquella tarde fue que uno no se hace útil o habilidoso para complacer a los demás sencillamente porque sí, porque es un mono amaestrado haciendo lo que los otros quieren, sino que complaciendo a quienes nos importan cumplimos nuestra propia necesidad, por más insana o tortuosa que ésta sea.


miércoles, 20 de marzo de 2019

Hoy presentamos: “El asesinato de Rogelio Ackroyd”, de la famosa escritora Agatha Christie

“TheLibrook, un espacio para los amantes de los libros”

Hoy presentamos: “El asesinato de Rogelio Ackroyd”, de la famosa escritora Agatha Christie
2º libro del año 


Todas las pruebas



Voy a confesarles que no soy un asiduo lector de novela policíaca; sin embargo esta obra me puso los pelos de punta, sin duda estamos frente a buena literatura, o al menos a esa literatura que uno agradece como lector. La trama corre vertiginosamente, los capítulos son breves (lo que facilita el seguimiento de la trama lineal), las descripciones de personajes y hechos son claras y precisas, pero uno debe prestar mucha atención a los pequeños detalles, algunos aparentemente insignificantes, tuve que regresar sobre mis pasos en varias ocasiones y hacer anotaciones convirtiéndome también en una especie de detective. Así que recomiendo leerla con un lápiz en la mano, yo no sé cómo la gente puede leer sin hacer anotaciones, yo las hago todo el tiempo y si alguien te viene con la tontera de “los libros no se rayan”, pues que se raye el culo, tú estás leyendo, no hojeando.  

Resumen: Esta es la historia de una serie de embrollos, asesinatos y un suicidio que asolan a una pequeña y sosegada ciudad británica. La novela arranca con el asesinato de un hombre a manos de su mujer, que a su vez, tiempo después, es chantajeada por una persona que conoce su coartada provocando finalmente que ésta se suicide. Roger Acroyd, un millonario influyente del pueblo King´s Abbot, recibe una carta de su amante (la suicida) revelándole el nombre del chantajista, al final es asesinado en su propia mansión en medio de  confusas pistas que en principio apuntan a su hijo adoptivo, Ralph Patón. En medio de este embrollo aparece un famoso detective retirado llamado Hércule Poirot, cuyo método infalible resuelve este misterioso y oscuro crimen.

¡Disfrútala!
¡Abrazo y felices lecturas!

martes, 19 de marzo de 2019

“TheLibrook, un espacio para los amantes de los libros. Hoy presentamos: “No voy a pedirle a nadie que me crea”, del mexicano Juan Pablo Villalobos".

“TheLibrook, un espacio para los amantes de los libros”

Hoy presentamos: “No voy a pedirle a nadie que me crea”, del mexicano Juan Pablo Villalobos.

No voy a pedir que creas lo que te digo.
Julio Sarabia



No tenía ni idea de quién carajos era Juan Pablo Villalobos, pero sin duda he dado con un acontecimiento literario. Esta novela me gustó por dos razones primordiales:

A)     La compré en el metro Tacuba, estaba ahí como no queriendo la cosa, acomodado (quizá más bien olvidado) en el puesto de una chica que vendía solo libros de autoayuda; cuando lo vi me pareció extraño y lamentable, casi tuve lástima de él, fue como encontrar una joya entre tantas piedras. Lo curioso es que no lo compré ese día, sino una semana después de pasar por el mismo lugar y adoptarlo. 
B)      Hay muchas maneras de escribir una novela (y muchas lecturas), y esta es sin duda una de las más divertidas y complejas. Estamos frente a un merecido premio Herralde. Es una novedad de 2016 y la puedes conseguir en Librerías Gandhi, quiero leer más del autor.

Argumento: Juan Pablo (el personaje) llega a Barcelona captado en México por una organización mafiosa, adonde le metió un primo (que será asesinado, o no, aquí no hay certeza de que lo que sucede realmente ha sucedido), en calidad de enlace para una actividad ilegal, pero sobre todo amenazante. De manera que va a ser manejado por esa organización que traspasa fronteras y está incrustada en la sociedad catalana.

Estilo: La novela incluye un festivo juego de perspectivas dislocadas, una colisión de géneros. Confronta la voz del narrador, su tembloroso testimonio, con el diario desquiciado de su novia (que vive prácticamente en la indigencia), con las cartas de su difunto primo y con los largos correos que le envía su madre, una mujer que habla de sí misma en tercera persona con una ternura cínica que resulta incluso encantadora.

La novela, de hecho, no tiene final y queda varada, sin condescender a solucionar los embrollos que atenazan al pobre Juan Pablo. No obstante la novela siempre fue eso, una suerte de embrollos, citas literarias, humor, sátira que dudamos sea o no verdad, una especie de autobiografía novelada que tiene más de ficción que otra cosa, ya sea porque los personajes son tan reales viviendo cosas irreales o porque la realidad supera la ficción que los personajes tiene que ser eso, una ficción.

Una obra, un encuentro, un instante perpetuo.

Una obra, un encuentro, un instante perpetuo
Por Julio Sarabia



 Llevo algunos años escribiendo teatro y reseñando libros y obras teatrales. Naturalmente eso no quiere decir que sea una autoridad en la materia, ni mucho menos; sin embargo, puedo decir lo siguiente: soy un amante del arte, uno de esos seres capaces de reconocer una obra talentosa en medio de tanta palabrería y ruido. Y ¿por qué?, porque leo y me sé leyendo, o dicho de otro modo, me descubro a mí mismo, me reconozco, me encuentro, me identifico con cada lectura. Un libro, un espejo donde puedo verme. Una de mis actividades favoritas es la lectura, porque cada texto, de algún modo, añade ideas, formas, caminos nuevos, y encuentros conmigo y mi entorno; cada texto es una invitación abierta a debatir, hablar, descubrir temas comunes o extraordinarios, altos o bajos, corrientes o complejos, poéticos o amorosos… vaya, ¿se entiende?

Para mí leer es un encuentro entre amigos, una conversación sobre las estrellas que bien podrían ser libélulas, o libélulas que bien podrían ser faros en una calle desierta. Me gusta leer. Y después de leer, me encanta el teatro. Aunque para nada comulgo con la idea inflada y pretenciosa de hablar mal del trabajo artístico (a menos que el trabajo no se defienda por sí mismo), o criticar a un actor, compañía, director, etc., sólo por tener cierta autoridad o conocimiento en la materia, por el contrario, me gusta la crítica que invita a reflexionar, charlar, incluso soñar.

¿A dónde voy con todo esto?, quiero hablar de un texto dramático llevado al teatro. El teatro no se lee, sino se contempla, dicen. Pero yo soy de los que ama leer teatro y después verlo representado, o al revés. Hace unos días fui testigo de una puesta en escena conmovedora, divertida, destellante, genial; fue casi como presenciar un cometa o un arcoíris, cuando todavía los cometas y arcoíris no conmueven hasta las lágrimas. Luis Enrique Gutiérrez Ortiz es el autor de la obra teatral Cosas raras, dirigida por Hugo Arrevillaga, y con las actuaciones de Olivia Lagunas y Alejandro Cervantes. La historia es muy sencilla: dos hermanos se reencuentran después de mucho tiempo para contar cómo y por qué se separaron.


Quien se dedica al oficio de escritor, sabe perfectamente que una de las cosas más complicas del oficio es escribir algo que parezca sencillo, de verdad es una tarea harto compleja y muchas veces mal lograda. Pues bien, esta obra es un jodido texto sencillo bien logrado, con un time fenomenal, escenografía muy simple y original, que apuesta al objeto simbólico, es decir con cascos de botella, unas cajas de refresco y una silla con una lámpara encendida en el centro, los actores logran construir todo un escenario plagado de poética movimiento, acompañado de actuaciones conmovedoras, frescas, reales, esto es una acierto además a la dirección inteligente y propositiva del director, no me queda duda.

Con este tipo de puestas dan ganas de ver teatro. ¡Felicidades!

Dibújame un cordero