“TheLibrook, un espacio para los amantes de los
libros”
Hoy presentamos: “Una mujer
desnuda”, Lola Beccaria
3º libro del año
Hay
libros demoledores como apretadas tuercas que necesitan salir a base de fuerza
(para nada estoy diciendo que para esta novela se necesite fuerza lectora por
su complejidad, pero sí por su historia) porque su creador apretó la trama
hasta romper los huesos de la creación. Desde la primera página me atrapó y así
hasta terminarla, es una novela volátil, vertiginosa, con una historia a ratos
desoladora con tintes filosóficos pero sobretodo un profundo e íntimo relato,
sin tapujos, sobre la necesidad urgente de los afectos, la necesidad del otro,
de sentirse amado y necesitado.
«Tiene, como toda creación
literaria que se precie, la suma de distintos recursos y diferentes lecturas
derivadas de su inteligente composición y su valiente propósito. Pero alberga,
sobre todo, el testimonio veraz -al amparo de un lenguaje poético que no
escatima ni el tono real y realista ni los pertinentes detalles- de una mujer
que desnuda su soledad y su desamparo, desnuda sus heridas más íntimas cuando
la distancia lo permite y las circunstancias (quizá lo menos logrado) le obligan.
Ella es Marina Iranco
recordando su historia de niña, hija única, educada “como un trofeo que se
exhibe por sus logros”, exiliada del horizonte de afectos que debe construir la
infancia. Estas páginas, avisa, son “un catálogo de desnudeces unidas por el
hilo de una historia invisible” que habla de barreras afectivas en la niñez, de
pérdidas irreparables, de prejuicios y daños inútiles; de la sexualidad
infantil y sus consecuencias en el desarrollo de las relaciones afectivas.
Marina Iranco: abogada, de casi 40 años, escondida detrás de la imagen que ella
inventó de sí misma, de mujer dura y competitiva, excluida del territorio del
amor, y amparada en la utilización del sexo como herramienta de poder frente a
los hombres. Tiene prisa por ordenar y recomponer el caso que le ocupa; tiene
solo una noche por delante y una moral social dispuesta a juzgar su vida
exagerada, su historia de amor, y el mapa de transgresiones con que distrajo la
ausencia. Siente el deber de justificarse y tiene miedo: “ahora mismo -dice-
quiero echarme atrás, pero si el resultado es el silencio yo escojo las
palabras”. Alguien, otro personaje, de otro autor, escribió que “una de las
trampas de la infancia es que no hace falta comprender algo para sentirlo. Para
cuando la razón es capaz de entender lo sucedido, las herida en el corazón ya
son demasiado profundas”. No son las palabras de Marina pero son un preámbulo perfecto
para su historia. Escúchenla, sin prisa y con respeto. Lo merece su desnudo».
Citas:
“No estamos mal follados solo para abajo, estamos mal
follados de cuerpo entero, porque el deseo humano no es solo sexual, y el deseo
no sexual que no se satisface puede producir la misma cara agria que la falta
de un buen polvo. En ese sentido nos hace falta un buen meneo a todos, no hay
duda”.
P.
12
“La desnudez da miedo. A mí me lo da. Ahora mismo,
cuando creía estar preparada para desprenderme del ropaje que me impide
mostrarme como soy, tiemblo y quiero echarme para atrás”.
Pág.
14
“Lo que ocurre con los actos que se reprimen es que,
tarde o temprano, salen de golpe cuando menos lo esperamos. Y salen de la peor
manera, aumentados, desaforados, para luego hacernos sentir la más terrible de
las vergüenzas, lo mismo que cuando aguantamos las ganas de hacer pis durante
largo tiempo, finalmente la meada que expulsamos es una catarata inagotable, y
a veces se nos escapa a mitad de la calle, ante los ojos de los viandantes”.
Pág.
19
“Y toda la energía que emanaba del pene de Demián se me
impregnaba en el cuerpo y pasaba adentro absorbida por mi piel, inhalada por
mis poros, hecha jugo de carne masculina para condimentar mis arterias. Era una
sensación desconocida e imperiosa, de ser tomada y a la vez integrada, de ser
inválida y a la vez complementada. Aunque con la presciencia…”
Pág.
74
“Aprendí que la vida con los demás era un toque
efímero, y que cuanto más intensidad consiguiera sacarle a esos esporádicos y
brevísimos chispazos de intimidad, más sentiría que tenía razón de estar viva”
Pág.
81
“La felicidad es un dilema entre dos mundos. Uno
exterior, donde buscamos la aprobación de los demás, y otro interior, donde se
cuecen los instintos, donde late el deseo auténtico”
Pág.
82
“Y si el amor no era para mí, porque nadie me enseñó a
ganármelo, porque nadie me enseñó a pedirlo o a merecerlo, porque sólo me fue
regalado en un instante para luego evaporarse como había venido, si el amor no
era para mí, me quedaba el sexo. A través del sexo conseguía al menos el
acercamiento a otros cuerpos; ese momento de intimidad que proporciona el
contacto erótico era para mí lo más parecido a poseer a alguien afectivamente, aunque
sólo fuera por unos minutos o hasta por unas horas. Lo que tiene de mágico el
sexo es que cuando se practica hay una posición recíproca. Y por más que el
otro tenga novia, o amante, o esposa e hijos, allí no está ni su recuerdo
cuando uno se entrega a las caricias del presente”.
Pág.
83
“El sexo es un rapto de locura que durante su disfrute
aleja de la realidad cotidiana, borra momentáneamente del cerebro los datos
familiares y olvida a los seres queridos. Todo lo que uno es, excepto el deseo
carnal, queda suspendido, como un saco de nubes por encima del cuerpo, mientras
se folla. Y entonces el otro cuerpo es la única frontera a traspasar, la única
región a explorar durante el acto. El punto álgido del orgasmo provoca por unas
décimas de segundo la desconexión total de la mente. Nada existe durante el
clímax, tan solo la subida brutal del placer, y ese placer pertenece a quién lo
da, no a la novia o a la esposa, sino la prostituta que realiza el servicio, o
al amante de turno, o en mi caso, a mí misma”.
Pág.
84
“Lo que Demián me hizo comprender aquella tarde fue
que uno no se hace útil o habilidoso para complacer a los demás sencillamente porque
sí, porque es un mono amaestrado haciendo lo que los otros quieren, sino que
complaciendo a quienes nos importan cumplimos nuestra propia necesidad, por más
insana o tortuosa que ésta sea.
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