domingo, 24 de marzo de 2019

Hoy presentamos: “Una mujer desnuda”, Lola Beccaria


“TheLibrook, un espacio para los amantes de los libros”
Hoy presentamos: “Una mujer desnuda”, Lola Beccaria

3º libro del año 
 La desnudez da miedo. A mí me lo da.

Hay libros demoledores como apretadas tuercas que necesitan salir a base de fuerza (para nada estoy diciendo que para esta novela se necesite fuerza lectora por su complejidad, pero sí por su historia) porque su creador apretó la trama hasta romper los huesos de la creación. Desde la primera página me atrapó y así hasta terminarla, es una novela volátil, vertiginosa, con una historia a ratos desoladora con tintes filosóficos pero sobretodo un profundo e íntimo relato, sin tapujos, sobre la necesidad urgente de los afectos, la necesidad del otro, de sentirse amado y necesitado.

«Tiene, como toda creación literaria que se precie, la suma de distintos recursos y diferentes lecturas derivadas de su inteligente composición y su valiente propósito. Pero alberga, sobre todo, el testimonio veraz -al amparo de un lenguaje poético que no escatima ni el tono real y realista ni los pertinentes detalles- de una mujer que desnuda su soledad y su desamparo, desnuda sus heridas más íntimas cuando la distancia lo permite y las circunstancias (quizá lo menos logrado) le obligan.

Ella es Marina Iranco recordando su historia de niña, hija única, educada “como un trofeo que se exhibe por sus logros”, exiliada del horizonte de afectos que debe construir la infancia. Estas páginas, avisa, son “un catálogo de desnudeces unidas por el hilo de una historia invisible” que habla de barreras afectivas en la niñez, de pérdidas irreparables, de prejuicios y daños inútiles; de la sexualidad infantil y sus consecuencias en el desarrollo de las relaciones afectivas. Marina Iranco: abogada, de casi 40 años, escondida detrás de la imagen que ella inventó de sí misma, de mujer dura y competitiva, excluida del territorio del amor, y amparada en la utilización del sexo como herramienta de poder frente a los hombres. Tiene prisa por ordenar y recomponer el caso que le ocupa; tiene solo una noche por delante y una moral social dispuesta a juzgar su vida exagerada, su historia de amor, y el mapa de transgresiones con que distrajo la ausencia. Siente el deber de justificarse y tiene miedo: “ahora mismo -dice- quiero echarme atrás, pero si el resultado es el silencio yo escojo las palabras”. Alguien, otro personaje, de otro autor, escribió que “una de las trampas de la infancia es que no hace falta comprender algo para sentirlo. Para cuando la razón es capaz de entender lo sucedido, las herida en el corazón ya son demasiado profundas”. No son las palabras de Marina pero son un preámbulo perfecto para su historia. Escúchenla, sin prisa y con respeto. Lo merece su desnudo».

Citas:
“No estamos mal follados solo para abajo, estamos mal follados de cuerpo entero, porque el deseo humano no es solo sexual, y el deseo no sexual que no se satisface puede producir la misma cara agria que la falta de un buen polvo. En ese sentido nos hace falta un buen meneo a todos, no hay duda”.
P. 12

“La desnudez da miedo. A mí me lo da. Ahora mismo, cuando creía estar preparada para desprenderme del ropaje que me impide mostrarme como soy, tiemblo y quiero echarme para atrás”.
Pág. 14

“Lo que ocurre con los actos que se reprimen es que, tarde o temprano, salen de golpe cuando menos lo esperamos. Y salen de la peor manera, aumentados, desaforados, para luego hacernos sentir la más terrible de las vergüenzas, lo mismo que cuando aguantamos las ganas de hacer pis durante largo tiempo, finalmente la meada que expulsamos es una catarata inagotable, y a veces se nos escapa a mitad de la calle, ante los ojos de los viandantes”.
Pág. 19  

Y toda la energía que emanaba del pene de Demián se me impregnaba en el cuerpo y pasaba adentro absorbida por mi piel, inhalada por mis poros, hecha jugo de carne masculina para condimentar mis arterias. Era una sensación desconocida e imperiosa, de ser tomada y a la vez integrada, de ser inválida y a la vez complementada. Aunque con la presciencia…”
Pág. 74

“Aprendí que la vida con los demás era un toque efímero, y que cuanto más intensidad consiguiera sacarle a esos esporádicos y brevísimos chispazos de intimidad, más sentiría que tenía razón de estar viva”
Pág. 81

“La felicidad es un dilema entre dos mundos. Uno exterior, donde buscamos la aprobación de los demás, y otro interior, donde se cuecen los instintos, donde late el deseo auténtico”
Pág. 82

“Y si el amor no era para mí, porque nadie me enseñó a ganármelo, porque nadie me enseñó a pedirlo o a merecerlo, porque sólo me fue regalado en un instante para luego evaporarse como había venido, si el amor no era para mí, me quedaba el sexo. A través del sexo conseguía al menos el acercamiento a otros cuerpos; ese momento de intimidad que proporciona el contacto erótico era para mí lo más parecido a poseer a alguien afectivamente, aunque sólo fuera por unos minutos o hasta por unas horas. Lo que tiene de mágico el sexo es que cuando se practica hay una posición recíproca. Y por más que el otro tenga novia, o amante, o esposa e hijos, allí no está ni su recuerdo cuando uno se entrega a las caricias del presente”.

Pág. 83

“El sexo es un rapto de locura que durante su disfrute aleja de la realidad cotidiana, borra momentáneamente del cerebro los datos familiares y olvida a los seres queridos. Todo lo que uno es, excepto el deseo carnal, queda suspendido, como un saco de nubes por encima del cuerpo, mientras se folla. Y entonces el otro cuerpo es la única frontera a traspasar, la única región a explorar durante el acto. El punto álgido del orgasmo provoca por unas décimas de segundo la desconexión total de la mente. Nada existe durante el clímax, tan solo la subida brutal del placer, y ese placer pertenece a quién lo da, no a la novia o a la esposa, sino la prostituta que realiza el servicio, o al amante de turno, o en mi caso, a mí misma”.
Pág. 84

“Lo que Demián me hizo comprender aquella tarde fue que uno no se hace útil o habilidoso para complacer a los demás sencillamente porque sí, porque es un mono amaestrado haciendo lo que los otros quieren, sino que complaciendo a quienes nos importan cumplimos nuestra propia necesidad, por más insana o tortuosa que ésta sea.


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